Bienvenidos a Ataraxia

  Tras el fallido proyecto bloguero de 2007, por abandono, y viendo que ahora tengo mucho más tiempo libre que en mi etapa universitaria, he decidido resucitar este bonito proyecto sobre crítica y opinión sociopolítica y divulgación musical, dando especial protagonismo a mi género musical favorito, el rock progresivo.

martes, 27 de julio de 2010

The Silent Enigma: La hoja de la guadaña está bien afilada




  Ardua tarea la que se me viene encima. Hablar de forma entusiasta de una obra que genera entusiasmo en uno mismo suele ser muy fácil, pues el factor motivación tiene una importancia exponencial. Sin embargo, puede darse la situación de que aquello que genera entusiasmo lo genere más por la forma que por el contenido. A ver si me explico. Este disco es una maldita obra maestra, lo pienso desde la primera vez que lo escuché, pero en mi escalafón particular de discos de Anathema siempre lo había situado por debajo de Judgement y el resto de discos de la etapa prog. El caso es que pasado el tiempo, y bien madurado el mensaje del disco y sobre todo, su entorno, mi valoración del disco ha subido como la espuma siendo posiblemente el disco de la banda que más me gusta, aunque por razones obvias no el que más escucho, pues hay que tenerlos bien puestos a la hora de enfrentarse a semejante compendio de atroces descripciones del sufrimiento, de la soledad y la desesperanza. 

Pero que Doom eran estos chicos...
 El status que tiene de obra maestra el disco es adquirido en base a como cuenta lo que desea contar. Estamos ante una historia narrada millones de veces, pero el estilo y el realismo (casi naturalismo haciendo alusión literaria ya de paso) convierten a este paseo en uno mucho más macabro aún de lo que podría esperarse al narrarse el sufrimiento que el cónyuge supérstite afronta tras la muerte de su pareja. Es obvio que si no se ha pasado por una situación similar uno no puede ni imaginarse lo que puede suponer tal trago, pero la forma en que lo cuentan Anathema, con ese cocktail de fiereza, fatalismo, calma exasperante, belleza,  impotencia… convierten a este álbum en una experiencia totalmente catártica, llegando a ser una obra de arte que traspasa las barreras de la música para convertirse en una obra interdisciplinar. No es solo una cuestión de acordes, de silencios u otras cuestiones musicales, sino un compendio de sensaciones, poesía, arte visual (aunque la portada no es obra suya), música e interpretación vocal en la que todas esas partes generan un todo que tiene como resultado una sensación totalmente turbadora en el oyente pero que puede resultar siendo adictiva por su enorme belleza y complejidad.

  Mientras preparaba el post y escuchaba pacientemente el álbum, en uno de los blogs que visito con más asiduidad (furiacontralamaquina), María Picassó publicó un post, casualidades :D,  sobre la portada del disco aportando información que yo desconocía totalmente (Aprovecho para agradecer la información y remitir a todo aquel que se haya interesado por el asunto a visitar la web y leer la discusión al respecto de la portada, aunque voy a intentar condensar aquí mis impresiones al respecto).  Según dice María Picassó, la portada del disco es un extracto, corta +zoom +pega el logo de la banda, de un cuadro del pintor inglés Joseph Wright of Derby. (Si visitáis microfuria podréis ver la relación entre el pintor y los ingleses Comus, de los que hablé aquí el mes pasado). En el post se lanzan un par de cuestiones bastante interesantes a las que los comentaristas intentamos dar solución, una referente a si entendemos que las nubes se abren o se cierran en el cuadro original y a si Anathema eligieron este cuadro por la potencia de la imagen o porque además entendían que podía acompañar fielmente al disco por su simbología.
  Personalmente, y tal y como he dicho en microfuria, creo que las nubes se cierran pues probablemente la luz que vemos pasar entre las nubes sea la única luz que podamos ver en los 54 minutos que dura la audición del disco. La portada es básicamente eso, la puerta de entrada a los sentimientos que se intentan plasmar en el álbum, por lo que conforme te acercas al mismo, ese claro en el cielo se va haciendo cada vez más pequeño, acabando por ser absorbido por la oscuridad más absoluta de la mano del primer tema del disco, “Restless Oblivion”. Adryuu (comentarista en microfuria) dice que él lo interpreta al contrario, que el viaje por los infiernos acaba llevándonos a un lugar donde descansar, con paz eterna y serenidad y que se aprecian ciertos claros o lugares donde la oscuridad es al menos, menos densa, lo que viene a decir que el cielo se va abriendo, no cerrando o bien que la luz exterior logra traspasar esa barrera supuestamente impenetrable (amigo, si no estás de acuerdo con mi interpretación de tus palabras dímelo :D). Es otra forma de verlo, pero yo entiendo que la portada no es más que una presentación de aquello que vamos a encontrarnos, por lo que obviamente al principio vemos luz y una vez sumergidos en el disco todo lo que percibimos es oscuridad, y puede que ceniza y olor a tierra mojada. Muy acertadamente dice Adryuu que se ven ciertos claros en el transcurso del disco, zonas menos oscuras, por un lado pueden ser zonas en las que el penitente encuentra la paz, pero también pueden ser simplemente recuerdos de la belleza de la persona a la que acaba de perder y de la luminosidad que significaba su compañía y significa su recuerdo mientras dura el luto. Muchas veces lo mejor de haber sido feliz es precisamente el poder recordarlo, ocasión perfecta para volver a ser feliz momentáneamente reviviendo tiempos pasados, que en este caso sí que fueron mejores. De todos modos como veréis, el fin trágico del disco, al menos el que yo he entendido, acaba por apoyar mi tesis de la oscuridad impenetrable, aunque menos turbadora al final, es cierto.


EL ENIGMA SILENCIOSO

  Una vez analizada la portada ya podemos entrar en materia y meternos en el plano musical. Esta vez no voy a analizar musicalmente los temas destacando sus virtudes y defectos, primero porque todo son virtudes (XD) y segundo porque creo que es muy interesante extraer claramente lo que Anathema pretendían contarnos. De este modo, voy a intentar narrar los hechos que se suceden en la historia del disco en primera persona, dejando los temas enlazados para que podáis usarlos como banda sonora. Es básicamente dejar que la música hable por sí misma. Para finalizar daré mis impresiones sobre lo que ha significado el disco en mi esfera personal.

  Pongámonos en situación. La tragedia acaba de llegar a nuestra vida. Aquella figura deleznable que es San la Muerte, el señor/a de la Guadaña, ha traspasado la línea que separa el mundo de los vivos del mundo de los muertos para llevarse a la persona que amamos, con la que compartimos nuestra vida, nuestro “inamorato”. Obviamente esta puede ser la tragedia más grande a la que una persona normal ha de plantar cara en toda su existencia. Pues bien, esa es la experiencia que Anathema nos cuenta con este disco. “The Silent Enigma”.

  La experiencia de la muerte de un ser amado es un compendio de sensaciones, de sentimientos, a cada cual más oscuro y autodestructivo. Obviamente el primer paso de este viaje llega en el momento en que descubro lo que acaba de acontecer. Cada persona es un mundo y puede actuar de una manera más expresiva o contenida, pero estoy viviendo la mayor de las tragedias, la peor de las realidades. Multitud de sensaciones se agolpan, pelean por invadir mi existencia.  La voz se me quiebra, las lágrimas inundan mis ojos y la furia e impotencia se convierten en compañía en ese fatal momento. El dolor me sume en un (restless oblivion)
  
  La maldita efigie armada con una guadaña ya ha hecho su trabajo, ha venido a nuestro mundo para sumirme en la peor de las situaciones personales. Cuando la muerte llega hay varias víctimas, las directas e indirectas. La muerte no me ha llevado a mí, pero mi agonía va a ser lenta y dolorosa. Intento preparar la primera despedida, proceso en el que los sentimientos afloran y se suceden unos a otros. El momento fatal no para de repetirse en mi mente, parece que la muerte aparte de hacer su trabajo llevándose a su víctima tiene como misión el destrozar mi vida.  La maldita es capaz de controlar mis sentimientos. Mi fortaleza intenta hacerle frente pero no sé si podré aguantar. Preguntas se agolpan en la mi mente. Porqué no a mí? La impotencia y el sufrimiento me colocan en una situación límite. Le ofrezco a la muerte acompañarla en el lugar de mi amada. El frío me invade, un frío que duele, que me destroza por dentro, en el momento en que veo el cadáver vestido con (Shroud of Frost). Después, el silencio. 
  Justo en ese momento, tras asumir lo que acaba de acontecer, es cuando me doy cuenta de que estoy solo, totalmente solo. ¿Dónde ha ido a parar todo lo que hice por ella? ¿Le importa a alguien ahora? Intento vencer a la soledad, pero es en vano.  La maldita canta con una voz heladora, que embauca, que envuelve, que embriaga, me tiene bajo su influjo. Se ha convertido en mi compañera y no me va a dejar evitarlo, quiera o no quiera. Su tacto es dulce, en parte reparador, pero su exceso es amargo, es frío, y su abuso es totalmente nocivo. Necesito deshacerme de su embrujo cuanto antes, no aguanto más sus cantos. (Alone) 
  Estoy viviendo una catarsis. Vivía ajeno a la realidad, sin percibir lo que pasaba a mí alrededor, sin valorar realmente todo lo que tenía, y sobre todo, sin darme cuenta de que todo lo que tenía podía llegar a perderlo de golpe. Así de cruel es la existencia. En el comienzo de nuestras vidas la muerte no existe, jamás pensamos que pueda visitar a algún ser querido o visitarnos a nosotros mismos. Sin embargo, uno de los factores que nos hacen entrar en la edad adulta es precisamente el conocer la existencia de la muerte, que se haya dejado caer cerca de nuestra existencia. Cada vez que la muerte traspasa la frontera entre los dos mundos, el de los vivos y el de los muertos, para llevarse el alma de su víctima, nos vamos haciendo más conscientes de la crudeza de nuestra existencia, siendo parte de la misma el tener consciencia de que el tiempo pasa y el mismo deja heridas en nuestro cuerpo y nuestra mente. Esas heridas provocadas por la muerte reaparecen en forma de recuerdo de tiempos mejores, agravándose en el momento en que llegamos a nuestro (Sunset of age).
 
  Si hay un momento en que la soledad se vuelve trágica, la ausencia se vuelve desgarradora, el recuerdo se vuelve doloroso, es con la caída del sol. El lecho no es lugar para estar solo. El lugar en que dimos rienda suelta a la pasión, a la lujuria, al amor, donde se produjo la comunión de los cuerpos, se ha convertido en el peor sitio donde puedo estar. Recuerdos y más recuerdos de nuevo, todos dolorosos, todos angustiosos. De nuevo la pérdida me martiriza. El hueco que ha aparecido en la lecho cada vez se hace más grande, mi mente viaja entre recuerdos para intentar reencontrarse con nuestro amor, con nuestra pasión, con el sexo, finalmente sucede, pero todo se ve borroso, y deja un regusto amargo en mi boca y un punzante dolor en el bajo vientre. Nauseas como resultado. Navego entre recuerdos intentando seleccionar aquellos que me puedan reconfortar, sin embargo la nave queda a la deriva pues el oleaje es demasiado fuerte, quedando en manos de la tempestad originada.  Y de tan excitantes recuerdos, los cuales duelen más que cientos de puñaladas (nocturnal emission). 
  Obviamente también habrá noches de calma y quietud. Noches en las que pasear discutiendo conmigo mismo. Noches en las que mirar al horizonte intentando ver una señal, estrellas que se muevan, que me permitan ver su silueta, su rostro. Noches en las que cierre los ojos y me de cuenta de que el dolor va remitiendo. Esas noches suelen ser también dolorosas, pero en otro sentido. Puede que llegue a entender que la ausencia de dolor es una señal, señal de que estoy  olvidando, ¿es eso correcto? Jamás, la ausencia de dolor no es más que una muestra de que están sanando las heridas, eso sí, continúo y continuaré solo y sin darme cuenta, se me pasan las horas observando Cerulean Twilights buscando respuestas a todas estas preguntas y sobre todo, no olvidando, eso nunca.
  Va pasando el tiempo. El dolor va siendo menos agudo, recuerdo, no olvido, simplemente estoy superándolo, dando un paso adelante. Eso sí, no pienso dar portazo, jamás.  La noche, momento en que todos los demonios solían visitarme, de pronto es placentera. Lo que antes eran tempestades, agujas clavadas por todo mi cuerpo, dentelladas de locura que desgarraban mi cordura, se ha tornado en paz, en recuerdos de momentos felices, su rostro, su mirada, su sonrisa, su olor… El mar de lágrimas va quedando atrás poco a poco, pero ya no siento que traiciono a mi amada al no sentir ese dolor desgarrador, al contrario, sé que ella no quiere verme sufrir. Sigo sumido en la oscuridad, pero ya no es una oscuridad fría, o es que mi cuerpo ya se ha acostumbrado a su temperatura? Sueño que soy feliz, sueño con ella, parece hasta real. El sueño, an enigma… silent.
  Consciente soy, he superado esto, el dolor y el desánimo ya no me atenazan. Respiro, hecho la vista atrás y recapitulo. Veo sufrimiento, veo un mar de lágrimas, veo cristales rotos, veo desesperanza… Miro hacia delante, que veo? Paz, quietud. ¿A qué precio? A precio de haber olvidado, de no revivir tiempos pasados en mi mente, de no volver a mirar sus fotos, de no volver a leer sus cartas. ¿Merece la pena? La verdad es que moriría en este mismo momento, sólo por poder volver a verla, a sentir su piel caliente, el olor de su cabello, su dulce aliento… (A Dying Wish)
  La sangre corre por mis brazos. No siento dolor, solo paz. El agua en la que estoy sumergido está templada, pero conforme se va tiñendo de color rojo sube su temperatura, se va espesando. El silencio me rodea, pero puedo oír unos latidos, son los míos? Podría ser, pero no noto movimiento en mi pecho. Intento respirar, cada vez me cuesta más, me estoy quedando sin fuerzas. La vista se me va nublando. No siento dolor. La paz me invade. Empiezan a llegar imágenes a mi mente. Su rostro. Cierro los ojos. Los abro. Una Orquídea Negra. Por fin puedo descansar. Junto a ella.
            
    Llega el momento de recapitular. No es un disco sencillo de escuchar, como he dicho anteriormente. Estamos hablando de la obra cumbre del Doom Metal, de uno de los mejores discos de los 90, probablemente de la historia, siendo una obra que traspasa géneros, pues incorpora al Doom elementos propios de otros estilos y sobre todo desarrollando una propuesta con cierto cariz progresivo, siendo este uno de los puntos de los que quería hablar en el post. Estamos ante un disco crucial en la carrera de la banda. Se estaba cociendo algo muy grande, la verdad. Numerosos cambios en la formación iban a acontecer o ya habían acontecido, y todos motivados por desacuerdos musicales con los líderes de la banda. Los hermanos Cavanagh tenían claro el camino a seguir, desmarcarse del Doom, rompiendo el triunvirato e integrarse poco a poco en el rock progresivo, abrazando influencias de Pink Floyd y King Crimson. El caso es que el punto de partida está aquí, en este disco grabado en 1995 con una ambición increíble y dando pie a una de las mutaciones más importantes de la historia del metal, pues entre el Pentecost III, The Silent Enigma y Eternity solamente transcurrieron 3 años, pero las diferencias entre el primer y tercer disco son más que notables, y no solamente por el cambio de vocalista.

Espero que os haya gustado el post. Iba a hacer una introducción sobre el asco que me da el verano y esas cosas, pero viendo que el tema a tratar era demasiado serio, dejaré mi crítica a la España garrula para otro momento.

PD2: Como es habitual, no están todos los temas en goear... qué se le va a hacer...

               

8 comentarios:

Paul dijo...

Este rato me pongo a buscarlo. La descripción que haces es sobrecogedora, no te miento si te digo que me sentí tenso mientras leía el texto.

Es increíble que de una tragedia pueda aparecer una obra de arte, el arte reivindicando el sufrimiento.

De todo lo que describes: soledad, desolación, angustia, locura hay un halo perturbador de belleza que lo atraviesa, la belleza de reconocer la mortalidad para poner en perspectiva la vida como algo finito y la muerte como destino cierto.

Cronopio dijo...

Espero a que escuches el disco y me cuentes tus impresiones amigo. Me alegra que te haya gustado la descripción que he hecho. Es bastante libre de todos modos, intentando explicar las emociones que los Cavanagh trataron de plasmar y dándole mi propio toque, jejeje. Eso sí, como he dicho en el post, es un disco de escucha reposada, leyendo las letras y a poder ser con un buen vino como compañía. La experiencia, merece la pena :)

Wild flower dijo...

Un diez por el artículo. A mi este disco me encanta, aunque me gustan más otros de Anathema, la verdad.

Por cierto, gracias a ti por escribir. A mi leer me lleva mucho menos que a ti hacer esto, seguro. Y además ahora que es verano y una está sin trabajo, entre semana, y derritiendose con el calor; pues se agradece tener algo de entretenimiento extra. ¡Viva la vida ociosa!!

nostromo dijo...

En este post te has salido. Bravo de verdad. En el próximos hablanos de discos menos potentes y contundentes que estamos en verano :)

Cronopio dijo...

Gracias por los halagos y todas esas cosas :D La verdad es que tenía pensado hacer otra cosa en inicio, pero viendo el artículo publicado en microfuria y la expectación creada decidí hacerlo de esta manera, aunque resultase más difícil. Está claro que análisis así no se pueden hacer de todos los discos, solo de los más especiales, jejeje.

Bueno, intentaré encontrar algo más "veraniego" para contentar al personal. A ver que se me ocurre.

Juan Ramón Ruiz dijo...

Yo seguiré esperando ansioso la crítica mordaz hacia el verano y la españa garrula.

Adryuu dijo...

Eh, muy bien escrito en general. Interpretaste bien mis palabras, aunque hoy lo veo de manera distinta, creo que eligieron esa portada porque las nubes dejan pasar la luz pero a través de un filtro oscuro y opresivo, que no se va de ahí. El disco es igual, de principio a fin, tenemos atisbos de una luz inalcanzable, y una atmósfera pesada y opresiva que deja entrever una salida hacia la luz a través de sus agujeros. Y ciertamente la paz tras Black Orchid es algo indescriptible, pero es un final demasiado oscuro para obtener un cielo completamente abierto. Esas nubes ni van ni se agrupan, están enseñando un sol inalcanzable todo el rato, con unos rayos que nos pueden cegar pero no nos queman.

Cronopio dijo...

@Adryuu, el final del disco la verdad es que lo interpreté bastante libremente, busqué por internet si había referencias a la simbología de la Orquidea Negra y le eché un poco de imaginación. De todos modos está claro que el Dying Wish es precisamente eso, morir a cambio de reencontrarse con la "inamorato".
En cuanto a lo de las nubes, la verdad es que se nos ha ido la pinza, creo que ni los propios Anathema se comieron tanto la cabeza con esto XD