La muerte es lo único que no tiene solución en esta vida.
Enfermedades, vicios, adicciones, el paro, el hambre, la soledad… todos estos
problemas se tornan insignificantes cuando la muerte viene de visita.
Afortunadamente, no he tenido la desgracia de que ninguna de estas malas compañías hayan venido a
visitarme en mis cortos 29 veranos, pero sí ha habido algunas visitas de la
señora de la guadaña que me han entristecido sobremanera.
La muerte de Cobain me fue indiferente. Yo andaba en otros menesteres. |
Para muchos la muerte de Kurt Kobain fue un shock. Por aquel
entonces yo contaba con 13 años y sinceramente creo que ni me enteré en su
momento. Bastante tenía con pensar en darle cuatro patadas a un balón y empezar
a descubrir cierta parte de mi anatomía. Pasados los años, la muerte de Kurt
Kobain sigue sin importarme, no fue un referente para mí en vida y tampoco lo
fue tras su muerte. Cosa muy distinta sucedió con uno de sus compañeros
de movida, Layne Stanley, o sucederá cuando, dentro de muchos años espero,
tenga lo que tenga que pasar con Eddie Vedder, Chris Cornell y compañía.
Avanzando un poco en el tiempo, tiempo en el que he crecido
física, emocionalmente y, por supuesto, en conocimientos musicales, sí que ha
habido muertes que me han afectado y afligido. Cuatro han sido las muertes de
músicos que me han tocado la fibra, que me han hecho soltar alguna lágrima al
escuchar sus canciones, que me han hecho revisar ávidamente sus obras con
ansias de reconocer cualquier recoveco, cualquier momento que por
insignificante no carezca de importancia en la historia de la música
contemporánea. Estas cuatro muertes me han marcado de diferente manera, pero
todas ellas son igual de importantes para mí. Tres de ellas voy a tratarlas en
este post, la última, por no pertenecer al mundo del “rock” voy a dejarla fuera
para quizás tratarla más adelante en un post independiente.
25-12-2009 VIC CHESNUTT
La primera de ellas llegó el 25 de diciembre del año 2009.
No hacía mucho que conocía a Vic Chesnutt, de hecho lo conocí gracias
@probertoj y uno de sus posts en hipersónica, pero ese día de navidad del año
2009 no se me olvidará jamás por esta trágica noticia (y por una electrocución
con un árbol de navidad, todo sea dicho).
La fatalidad visitó por primera vez al bueno de Vic cuando
cumplía 18 años, momento en el que un fatídico accidente de tráfico lo postró
en una silla de ruedas para el resto de su vida. Sus ganas de vivir le dieron
fuerzas para sobrevivir y salir adelante, permitiendo que unos elegidos,
aquellos que tuvieron la suerte de conocer su obra mientras vivía, disfrutaran
de la fuerza e intensidad de las composiciones del genio de la silla de ruedas
e incluso pudieran verle en directo.
La depresión en que quedó sumido, no hay más que ponerse en
la piel de un joven de 18 años que queda tullido para el resto de su vida,
tiñeron su obra de una tristeza y rabia más que aparente. Varias etapas
estilísticas dividen su obra, pero con un componente común, el cual se
transforma en el vehículo utilizado por Vic para dar rienda suelta a su talento
y frustración existencial: El Folk. Momentos introspectivos, rabiosos, optimistas,
espirituales… momentos hubo para todo en su inmensa discografía (17 obras).
Momentos para acompañarse de referentes de la música actual como Michael Stipe,
Bill Corgan, Shirley Manson (ains como me pone esta fémina), ELF Power o los
enigmáticos Godspeed You! Black Emperor.
Sinceramente, me sería casi imposible destacar momentos
claves de su discografía, la cual no domino completamente debido a su extensión
y profundidad, pero como probablemente alguno me pediréis alguna recomendación,
voy a lanzarme a la piscina y citaré los dos discos suyos que mejor conozco:
- “Sweet Relief II: Gravity of the Situation”,
disco en el que se acompaña de importantísimos artistas y amigos como Stipe,
Madonna o Sparklehorse con el fin de recaudar fondos para una fundación que
ayuda a artistas víctimas de enfermedades graves.
- “North Star Desert”. Disco en el que recurre a
la distorsión para emocionar, montando al viajero en una montaña rusa que le
llevará a conocer la bipolaridad de este trastornado genio. Este disco fue muy
influenciado por los ya citados GY!BE, al escucharlo lo notaréis claramente.
El dolor que sufría Vic no era
sólo emocional. El accidente le paralizó dos piernas y varios dedos de su mano
izquierda, hecho que no evitó que tocara la guitarra o el piano (de una forma
peculiar, es cierto). Otra de las secuelas, y probablemente la que más marcó su
estilo musical fue, su voz. A Vic le dolía cantar, y por ello su voz sonaba
rasgada, emocionante, casi agónica a veces.
Su identidad musical, al igual
que su vida, quedó marcada por el accidente y sus secuelas. Su creciente fama
no permitió a Vic ganar suficiente dinero para sufragar el tratamiento médico
que necesitaba para paliar el incesante dolor que sufría. Las deudas le
ahogaron y le llevaron a una decisión fatídica. El negro 25 de diciembre de
2009 decidió poner fin a su sufrimiento ingiriendo una ingente cantidad de
medicamentos, la cual puso fin a su sufrimiento y cesó la posibilidad de que
pudiéramos seguir disfrutando de este genial aunque bipolar y depresivo
artista. 50.000 dólares dejó de deudas a ese demonio que es el sistema
sanitario de Estados Unidos. A todos los demás nos dejó su obra.
16-04-2010 RONNIE JAMES DIO
El segundo artista del que quiero
hablaros es conocido por todos, por lo que probablemente no sea necesaria una
presentación muy extensa. Nos abandonó el año pasado, un año que por varios
motivos marcará el resto de mi vida: dejé Francia regresando a España, viajé a
Colombia por el motivo más fuerte que pueda haber y como colofón me casé con la
que espero sea la mujer que me acompañe el resto de mi vida.
Pasaba probablemente el mes de
mayo más lluvioso que en la Mancha se recuerda cuando, el día 16, se apagó la
cual yo considero voz fundacional del Heavy Metal. Ronnie James DIO, el “elfo”
del metro sesenta de estatura, probablemente el creador de la estirpe de
cantantes que continuaría con nombres como Bruce Dickinson, Michael Kiske,
Hansi Kursch o, el para mí su heredero, Jorn Lande.
La triste noticia fue todo un
palo para mí ya que se podría decir que DIO fue una especie de “ídolo”
infantil, como me imagino será para todo amante del metal perteneciente a mi
generación. Aún recuerdo como, con muy
pocos añitos, a finales de los 80 mi padre compartía conmigo su pasión por la
música dándome a conocer LPs como “Richie Blackmore’s Rainbow” u “On Stage”,
discos de los míticos Rainbow y cuyas portadas he dibujado cientos de veces con
los míticos “plastidecor”. Gracias a estos dos discos de Rainbow tuve la
oportunidad de conocer al creador del más importante símbolo de la cultura metálica,
\m/ , los cuernos con los que su abuela, de origen italiano, ahuyentaba a los
malos espíritus.
El impacto de DIO en mi infancia
supuso el germen de mi pasión por la música, aunque mi relación con su obra
pasó por un tiempo de letargo hasta que adquirí la suficiente experiencia como
para valorar como se debe el legado de este icono. Contaba con 18 años cuando
cayó en mi poder un álbum doble en el que los artistas más representativos del
género más en boga en ese momento, y el cual más escuchaba por aquel entonces,
homenajeaban a DIO. El doble cd, el cual es para mí el mejor álbum tributo de
la historia del metal, me dejó tan emocionado que despertó en mí un ansia
irrefrenable por recuperar el tiempo perdido, por devorar la obra del mejor
cantante del género desde su aparición. Grandes versiones de bandas referencia
para mí en ese momento como eran Blind Guardian, Gamma Ray o Angel Dust me
ayudaron a redescubrirle, haciéndome disfrutar con esas inmensas canciones y
recordándome entrañables momentos de mi infancia.
Desde entonces cada cierto tiempo
retomo mi pasión por Ronnie dedicando días enteros a bucear entre sus discos,
ya sean con Rainbow, Black Sabbath o sus obras en solitario, disfrutando con
ellas como el primer día. ¿Qué 2 discos destacaría de entre todas sus
referencias? Probablemente, y basándome en criterios más personales y emotivos
que musicales, las obras de DIO de las que no podría prescindir jamás serían
“On Stage” (1997) y “Heaven and Hell” (1980).
Por la importancia de la figura
de este personaje en mi vida musical es por lo que ese 16 de mayo fue un día
fatídico, el tercer día en toda mi vida en que me emocionaba al escuchar una
canción de un artista que acababa de fallecer. Fue sin duda un día triste, pero
la forma que tuvo de dejarnos, con un legado tan impresionante incluyendo el
disco de reunión con Black Sabbath en el año 2009, supuso un motivo para no
olvidarle nunca y tener siempre un motivo para volver a compartir horas y horas
con su poderosa voz.
06-02-2011 GARY MOORE
Para finalizar este post de
obituarios voy a acudir a la figura que ha generado probablemente mi fiebre
melómana más reciente y la cual además es la causa de que me haya propuesto
hablaros de mi relación con respecto a alguno de mis artistas favoritos. Obviamente
podría estar días y días escribiendo sobre lo que este guitarrista, para mí uno
de los mejores de la historia, ha supuesto para mi cultura musical, siendo la
puerta de entrada a un estilo musical apasionante pero al que hasta hace bien
poco he hecho muy poco caso. En un principio pensaba hacer un
solo homenaje hacia él y luego citar quien es para mí su sucesor, pero conforme
he ido pensando en cómo plantear el post he preferido dejarlo estructurado tal
y como está ahora mismo: un homenaje a los 3 artistas fallecidos recientemente
que más echaré de menos, incidiendo que éste último artista abrirá
probablemente una serie de posts sobre el mundo que me ha dado a conocer, el
cual me tiene fascinado estos días.
Si soy sincero no conozco a Gary Moore
desde hace mucho tiempo, es un caso casi opuesto a DIO. Obviamente siempre he
sabido quién es pero por diversos motivos hasta hace un par de años más o menos
no me puse nunca a conocer en profundidad su obra, hecho que hice motivado por
lo que pude disfrutar al ver en directo en París a su heredero, el guitarrista
Joe Bonamassa, del que ya he tenido la oportunidad de hablaros en alguna que
otra ocasión.
Hablando sin tapujos, hasta unos tres años atrás, siempre he tratado a Moore con bastante indiferencia, ya que
como buen “80’s hater”, he desdeñado siempre todo lo que tiene que ver con el
AOR y el Hard Rock ochentero. Ese prejuicio un tanto estúpido, todo hay que decirlo,
es el que me hizo ignorar a este artista al que ahora tanto venero, básicamente
porque su faceta rockera no me permitió conocer como era debido a su punto
fuerte, el feeling bluesero de su guitarra. Si en su momento me hubieran preguntado
por Moore no habría dicho jamás que era un bluesman, sino un rockero con
baladas muy resultonas (así era mi desconocimiento hacia este señor).
Debido a este agravio al que he
sometido al bueno de Gary desde que tengo uso de razón es por lo que me
propongo reivindicar su importancia como figura fundamental en la música de las últimas dos décadas, siendo probablemente la figura más importante del blues europeo
junto a sus precursores Eric Clapton, Jeff Beck y John Mayall, creadores para
más inri del género que Gary desarrolló, el Blues Rock.
Como he dicho antes, la obra del
guitarrista irlandés está dividida en tres etapas y dos estilos. Su entrada al
mundo de la música fue de la mano de los que posteriormente serían sus
compañeros en Thin Lizzy, aunque la figura que le dio el empujón necesario no
fue otro que Jeff Green, guitarrista de Fleetwood Mac, el cual ejerció de padrino
musical de Moore ayudándole a conseguir un contrato con la discográfica CBS,
con la cual comenzaría su andadura como solista.
En los primeros años de su
carrera musical se debatió entre tocar en solitario o dentro de una banda, participando en proyectos como Skid Row, Colosseum II, o los
archiconocidos Thin Lizzy, todas bandas de Rock o Hard Rock. Llegado el año
1979, diferencias con la banda de su amigo Phil Lynott le llevaron finalmente a
decantarse con crear su propio proyecto en solitario, siendo probablemente éste
el momento más determinante de su carrera.
Con llegada de la década de los
80 estrenó su rock melódico el cual le dio gran fama en las islas británicas.
Discos como “Out in the Fields” (1985) o “Wild Frontier” (1986) le colocaron en
primera línea, hecho que le reportó importantes beneficios y mayor libertad
creativa al haber subido de forma exponencial su caché.
El éxito y reconocimiento de esa
etapa fue probablemente el punto en el que se apoyó para dar el salto al vacío
y cambiar de forma tan importante su registro musical. Fue así, en 1990 cuando
lanzó su primer disco puramente blues, el cual es además, el disco por el que
Moore será recordado en la posteridad. “Still Got The Blues” (1990) supuso un
gran éxito para el guitarrista, obteniendo reconocimiento de público y de la crítica,
y siendo reconocido gracias a este LP como la nueva esperanza del blues
europeo.
La vía abierta por la referencia de
1990 supuso un cambio radical en su obra, cambio que se profundizaría en
futuras referencias, como “After Hours” (1992), disco en el que se acompañó de
figuras del blues de la talla de BB King o Albert Collins. Otro momento
importante de esta etapa fue el disco homenaje que Moore hizo a Peter Green, su
padrino, el cual grabó en 1995 y llamó “Blues for Greeny”.
Con el paso del tiempo el
reconocimiento de Moore no paró de crecer, al mismo tiempo que no paraba de
profundizar en el Blues Rock, llegando a ser considerado artista de culto. En
la década pasada no paró de girar ni de sacar álbumes, todos de una impecable
factura y con el blues como eje creativo, sin olvidarse por momentos de su
pasado e incluso del folk de su verde y húmeda Irlanda del Norte, siendo
destacado probablemente “Close As You Get” (2007), disco en el que combinó
temas propios con otros de músicos como John Mayall o Chuck Berry.
Para lograr el status de mito
Moore tenía todo menos una cosa. Contaba con una extensa discografía en la cual
la calidad era nota predominante, tenía miles de seguidores en todo el mundo,
los cuales le veneraban tanto por su etapa rockera como por la bluesera, y
contaba con el reconocimiento crítico necesario para tomar una posición
importante en la memoria musical colectiva. Lo único que le faltaba era, morir.
El momento preciso para que su
figura se convirtiera en mito llegó cuando el corazón del Blues Rock se paró
mientras dormía el pasado 6 de febrero. La casualidad hizo que la muerte fuera
a buscar a Moore mientras andaba de gira en el sur de España, por lo que vivió
sus últimos días en la templada Málaga, muy lejos de la fría y húmeda Irlanda del
Norte. Ese 6 de febrero su corazón se paró, pero el de su legión de seguidores
dio un vuelco al conocer esta fatídica noticia, la cual convertía a Moore en
leyenda e historia de la música europea.
Personalmente para mí fue un día triste pues la muerte de Moore me afectó bastante ya que estaba en plena
fase de “enamoramiento” hacia su obra, aparte de que su muerte me privó al
igual que al resto de seguidores del guitarrista, de poder volver a disfrutar
de un nuevo disco suyo.
Pasado el tiempo aún recuerdo el
día de su muerte, pero lo que más recuerdo y con lo que prefiero quedarme ahora
mismo, es con los buenos momentos para los que Moore puso banda sonora y sobretodo,
con el mundo por explorar cuyas puertas dejó abiertas para mí. Sin Moore artistas
como Bonamassa, Kenny Wayne Shepherd o Johny Lang probablemente no habrían
existido o se habrían dedicado a otra cosa. Solamente por ello ya hay que dar
gracias por haber tenido la oportunidad de disfrutar del talento de un
guitarrista como Gary Moore.
PD: Como os he dicho durante el artículo, probablemente abra una serie de post en los que hable de la discografía
de bandas icónicas del blues rock. Os adelanto que el primero va a ser sobre
The Allman Brothers Band y Gov’t Mule.
Espero que os haya gustado el
post.